Ante una plaza raleada, con la Ley Bases estancada en el Senado y sin gobernadores firmando a libro cerrado un decálogo unilateral, el Pacto de Mayo de Milei sufrió el mismo destino que esta semana vivió el peso frente al dólar.
En la semana en que el dólar volvió a ser noticia y el debate sobre una nueva devaluación ocupó el centro de la escena, Javier Milei acusó el impacto y presentó en Córdoba una versión devaluada del Pacto de Mayo lanzado con bombos y platillos en la apertura de sesiones del Congreso el 1º de marzo. En ese discurso intimó a legisladores y gobernadores, después de insultarlos durante media hora calificándolos de “corruptos, mezquinos y egoístas”, a aprobar rápidamente su Ley Bases para permitirles firmar públicamente este 25 de mayo un decálogo de obviedades mileistas transformadas en pacto refundador.
Cumplido el plazo, sin Ley Bases aprobada y sin gobernadores haciendo fila para firmar su rendición, Milei se presentó solo ante unos pocos miles de fanáticos, que dejaron muy grande la plaza San Martín, para repetir la misma oferta pero esta vez sin amenazas y con el agregado de un poco definido Consejo de Mayo que hasta reserva dos lugares para empresarios y sindicalistas. Más devaluado, imposible.
Decidido a dar una imagen presidencial (que incluyó el correspondiente disfraz con banda y bastón incluidos), se dedicó a dejar claro que no le daría la mano a Nicolás Posse, su todavía jefe de gabinete expulsado del paraíso, y a hablar de una gesta de Mayo insustancial, donde los verdaderos héroes no son los revolucionarios sino los que terminaron usufructuando la revolución en su beneficio. Una versión del 25 que hasta se derramó en lo simbólico.
El 25 de mayo de Milei
A la hora de elegir dónde festejar la Revolución de Mayo, ¿sabía Javier Milei que el Cabildo de Córdoba fue en 1810 el punto focal de la contrarrevolución, que en ese edificio el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha se comprometió con el ex virrey Santiago de Liniers, en coordinación con el depuesto Baltazar Cisneros, a desconocer la Junta surgida de Buenos Aires y resistirla por las armas?
Quizás nada de esto le importó y solo tomó en cuenta que Córdoba fue el territorio donde más ventaja logró en las últimas elecciones pero que al mismo tiempo encaramó en la Gobernación a Martín Llaryora, un peronista que no por “amigable” se salvó de una silbatina cerrada en la Plaza de los “libertarios”, ni de ser calificado reiteradamente de envidioso, resentido y rata liliputiense, entre otros calificativos.
Una contradicción que La Libertad Avanza aspira resolver en las próximas elecciones, quedándose con los votos de Juntos por Cambio y sumando los que piensa robarle al peronismo, algo de lo que el Gobernador por supuesto está anoticiado.
El sueño del Centenario
Cuando uno pone la lupa sobre su discurso frente al dichoso Cabildo, más que la gesta patria Milei estaba festejando los fastos del Centenario, en ese 1910 al que sueña con retrotraer a la Argentina.
Si se cumpliera su deseo, tendría que tomar algunos resguardos. En esos años nadie dudaba de que el país conocido como “granero del mundo” seguiría un rumbo indisputado por los siglos de los siglos, sin sospechar siquiera que apenas seis años después, Ley Sáenz Peña mediante, un peludo Hipólito Yrigoyen empezaría a convertir ese sueño en pesadilla, tal como el propio presidente se encarga de pontificar cada vez que señala el momento en que se jodió la Argentina.
Cuando recuerda extasiado esos años, donde la extrema riqueza de extremadamente pocos contrastaba con la inmensa pobreza de la inmensa mayoría, es muy probable que Milei sepa que el Centenario se festejó en Estado de sitio, destinado a encarcelar a los dirigentes gremiales que habían concentrado 70.000 trabajadores el 1º de mayo. Quizás los palazos que este sábado se encargó de distribuir la Gendarmería, entre quienes querían mostrar su descontento, no hayan sido otra cosa que parte de la celebración guionada por el oficialismo.
Las dos Argentinas
Puesto a elegir, Milei no tendría ninguna duda. La Argentina que piensa dejar a su partida no debería tener ninguna traza de la que garabatearon Moreno, Belgrano o Castelli sino revivir la que festejaron cien años después el presidente José Figueroa Alcorta del brazo de la Infanta Isabel de Borbón. Ese modelo de país que en Buenos Aires llenaba las cárceles de trabajadores mientras en Europa hacía acuñar la frase “rico como un argentino”, en homenaje al derroche protagonizado en esas tierras por los dueños de la pampa húmeda.
En esa línea, eligió una cita de Mariano Moreno tan insustancial y devaluada como toda la celebración del aún no nato Pacto de Mayo. Si no quiere recibir más sorpresas desagradables, quizás le convendría repasar sus próximos pasos a la luz de otras citas del revolucionario, donde la Argentina que se prefigura parece la opuesta a la de su añorado Centenario:
“Las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad.”